Últimamente estoy escuchando muchos comentarios ofensivos contra los de mi especie. Siendo yo el único perro que conozco que escribe en una revista, me veo en la obligación de usar mi trabajo para salir en defensa de los mí­os; es una cuestión de dignidad. 

Últimamente estoy escuchando muchos comentarios ofensivos contra los de mi especie. Siendo yo el único perro que conozco que escribe en una revista, me veo en la obligación de usar mi trabajo para salir en defensa de los mí­os; es una cuestión de dignidad. 

Se nos acusa de sucios, ¡qué gracioso! ¿Es que nadie se ha molestado en comprobar que en nuestras perreras no hay váteres? Nos metéis en infraviviendas sin agua corriente ni sanitarios y queréis que seamos limpios. Ya me gustarí­a veros a vosotros en nuestras condiciones. Además, ¿no dice la normativa que los dueños debéis llevar bolsas para recoger nuestras cacas? Pues a cumplirla.

También se nos llama agresivos. Que vosotros nos llaméis agresivos a nosotros es como si una estrella acusara a una vela de pirómana. En nuestros libros de historia canina no consta el nombre de una sola batalla, y mucho menos de una guerra, disputada entre chuchos. En cambio, basta echar un vistazo a los vuestros para darse cuenta de que es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. La única agresividad de la que se nos puede acusar, y ya se encargan bien vuestros medios de comunicación de airearlo, es de esporádicos ataques a humanos. Lo que no se suele decir con la suficiente claridad es que a esos compañeros violentos los habéis adiestrado vosotros mismos para que se comporten así. 

Además quiero rendir homenaje a todos los de mi especie, a esos compañeros caí­dos en esas peleas de perros que nos obligáis a hacer para divertiros; o a esos camaradas abandonados en la calle cuando se convierten en una carga y que acaban en perreras, que para algunos no son más que el corredor de la muerte. 

 

Que nadie diga que somos hipócritas e interesados y que nuestras zalamerí­as son fingidas para que nos echéis de comer. Soy un perro liberal y tengo mi mente lo suficientemente abierta para admitir que los canes tenemos un lado oscuro, pero no es menos cierto que somos mucho más fieles que vosotros, que nos conformamos con poco y que si vosotros nos admití­s en vuestros hogares será porque alguna satisfacción os daremos, digo yo. 

 

Palabra de Can